Si lo que cosechas hoy no es lo que querías, en vez de despotricar y lamentarte, por qué no te preguntas, ¿qué es lo que sembré yo ayer?
No nos engañemos, cosechamos lo que sembramos. Hay quien siembra espinas y quiere recoger dulces.
Los resultados en la vida nos los labramos nosotros mismos, esa falta de remate del trabajo de hoy dará como resultado una mayor carga de trabajo mañana o una rebaja en el precio de tu producto, vaguear en la formación ahora redundará en la calidad de nuestro trabajo mañana (“si crees que la formación es cara, prueba con la ignorancia”, frase atribuida al rector de la universidad de Stanford).
Tenemos que tener claro que en nuestra mano está solucionar nuestros problemas y que lo que recolectamos es fruto de lo que sembramos. Si siembro perales solo obtendré manzanas robándoselas al vecino (vale, o intercambiando).
Eso sí, debemos tener paciencia, Zamora no se conquistó en una hora y nosotros no vamos a conseguir en unas semanas lo que a otros les costó años, querer tener todo y ahora es una actitud y esperanza infantil que nunca suele suceder.
Cuanto mejor sea el resultado que esperas, más tendrás que trabajar y más tendrás que esperar. Como decía Heinz en un anuncio de la salsa Ketchup: “lo bueno se hace esperar”
Recuerda, si nada haces, nada cambia (al menos, a mejor)
Y tú, ¿Qué esperas recoger mañana? ¿estás seguro de que hoy lo estás sembrando?
Excelente
Me encanto
Gracias