Querido Papá Noel:
Llegadas estas fechas es el momento de hacer recapitulación del año y crearnos los objetivos para el año que viene.
Como reza el dicho “un año más, Santo Tomás” y sigo sin conseguir cambiar lo que realmente me gustaría. Lo cierto es que la crisis lo hace imposible porque la competencia está destrozando el mercado, tenemos el personal justo y hay que trabajar el doble, los clientes solo valoran los precios,… y así es imposible hacer nada. Yo tengo muy buenas intenciones, pero no las cumplo.
Para este año voy a pedir cinco cosas, que si me las concedieras cambiaría mi vida:
1. Que mis trabajadores se den cuenta de que soy una persona normal, no un ser omnipotente y omnipresente, que soluciona todos los problemas que surjan y que me traten como tratan a cualquier hombre o mujer y se interesen un poco por mis preocupaciones y los equilibrios que tengo que hacer para poder mantener la empresa funcionando. A veces tengo complejo de artista del Circo del Sol, y a mi edad ya no estoy yo para ciertas cosas
2. Que pueda tener algo de tiempo para mí y mi familia, ya que cuando no estoy trabajando, estoy pensando en el trabajo. Aquí tengo el complejo de Kunta Kinte –esclavo de la época algodonera-, siempre al servicio del patrón: mi empresa, mientras mis colaboradores disfrutan del fin de semana o vacaciones
3. Que la sociedad en general se de cuenta de la aportación que los pequeños empresarios hacemos para el desarrollo de la misma y no pido que nos vean como los salvadores, pero si al menos sin cuernos y rabo. Menudo complejo de Pedro Botero me van a acabar creando mi amigos cuando salgo de cena –cada vez menos porque para lo que me dicen …
4. Que a final de año haya cumplido alguno de mis objetivos empresariales y no vuelva a tener la sensación de que “no he hecho nada” por otro ejercicio más. Me gustaría por una vez no tener complejo de portero que se enfrenta al Barcelona o al Real Madrid –todo el partido currando y viendo el resultado, parece que no ha estado
5. Por último, pero no menos importante, que quiebre mi competencia –o por lo menos quien está tirando los precios- y así el mercado esté más normalizado y podamos trabajar a gusto, aunque solo sea por no oír a mis clientes “es que me lo dan mucho más barato”, que van a acabar creándome complejo bien de salteador de caminos, bien de tonto del bote, que no sabe hacer las cosas y tiene que cobrar el doble.
Como ves he hecho grandes esfuerzos y no he mencionado para nada al gobierno, ni de aquí ni de allá –fundamentalmente porque sería incapaz de hacerlo sin insultar y no es plan en un carta en la que voy a pedir- ni me he metido con los impuestos y ni siquiera he mencionado a los empresas petroleras
Firmado: cualquier pequeño empresario que esté al frente de su empresa y que por defecto no duerme, si no que trabaja con los ojos cerrados
Querido empresario:
No soy Papá Noel, entre otras cosas porque es un invento de unos grandes almacenes –y por una vez no son El Corte Inglés- pero tu carta ha acabado en mis manos y me gustaría respondértela. Me puedes considerar si quieres como tu Pepito Grillo particular (vale, este tampoco existe y es otro invento, pero era por no decir que soy tu conciencia, que esa sí que existe y es la que te llena la mochila y hace que cada la carga sea mayor). Hagámoslo por partes,
Todo lo que me dices se resume en:
- Modifica tu actitud, deja de lamentarte y se consciente que la solución depende de lo que tú hagas.
- Prepara un plan comercial actualizado –deja de hacer lo de toda la vida porque sí; el mundo ha cambiado y hay que ponerse al día. Valora si lo que haces sigue siendo correcto-,
- Define con claridad lo que es importante o mejor aún, diferencia entre lo prioritario y lo secundario.
- Haz seguimiento de tu actividad (otra vez, mejor aún, de lo que no haces y debieras y de lo que haces y no debieras)
- Mejora tus habilidades para liderar personas y haz que tu gente trabaje para ti y no tú para tu gente
Si has acudido a cualquiera de mis presentaciones en público conocerás perfectamente lo que es “estar por encima de la línea” y la importancia de la actitud para cualquier actividad que realices.
Lo que determina lo que nos sucede no es el entorno, si no la actitud que decidamos tener ante lo que nos sucede.
La actitud es una elección y en cada momento tomamos la decisión sobre cómo nos vamos a enfrentar al momento siguiente. Te puedo asegurar que si existe alguna solución a lo que te pasa –y habitualmente la hay- esta está siempre en la zona de “por encima de la línea”, la zona en la que te preguntas “¿Qué puedo hacer yo para solucionar esto?” y nunca en la zona de abajo.
¿Cómo saber la actitud de cada momento? Cada vez que te encuentres culpando a otros –aunque tengas razón, como cuando pones a parir a los políticos-, negando la evidencia (“¿mi hijo? Imposible, estaban todos sus amigos, pero él no estaba allí”), poniendo excusas –“No, no lo hecho, pero es que me ha fallado la impresora…” o explicando el porqué no de algo (“eso que planteas es imposible, nunca nadie va a pagar por ver un partido en la tele”), estás en la zona de abajo, da un salto y sitúate arriba. Nadie va a resolver tus problemas por ti.
Todo evoluciona, los mercados se han transformado de manera espectacular,
pero tú sigues comercializando como hace diez años, pensando que los clientes quieren lo mismo que entonces, suponiendo que tus trabajadores funcionan igual. Tu competencia ha cambiado, unas empresas han cerrado, otras han aparecido y alguna ha cambiado de estrategia, y tú
Las tecnologías han evolucionado de modo impresionante, ¿te has adaptado a las mismas en los últimos cinco años? ¿Sigues pensando que todo sigue igual?
Si crees que los clientes compran solo por precio, estás fuera de mercado, llevas mucho tiempo sin explotar lo que te diferencia; si te preocupa lo que hace tu competencia –eso es estar por debajo de la línea, recuerda-, cambia tu chip y piensa que es lo que está en tu mano, ¿qué puedes hacer tú?
Dedica un tiempo –no son muchas horas- a pensar en tu negocio y mercado (sólo lo puedes hacer tú, los de fuera podemos ayudar, pero no hacerlo por ti), analiza la situación actual de mercado y competencia y define tu posición y tu ventaja competitiva y establece una estrategia que mejore tu plan comercial, dejarás de preocuparte de tu competencia y te ocuparás en lo que tú puedes hacer.
Quizá te suceda que dedicas todo tu tiempo a apagar fuegos (lo denominamos complejo de bombero). Si es así, la culpa es tuya,
¿priorizas?
¿Dedicas tiempo a lo importante no urgente?
¿Planificas tu actividad?
¿Has fijado metas definiendo tiempos?
¿Sabes realmente lo que es prioritario o te dedicas solo a lo urgente?
¿Haces seguimiento de las actividades que realizas o vas actuando según lo que ocurre en el día a día?
¿Dominas tu empresa o esta domina tu vida?
toma las riendas de la misma y haz lo que consideres que debes hacer, pero de acuerdo a lo que te conduce a tus objetivos, no a lo que te crees que conduce a la supervivencia; eso es una espiral que no te lleva más que a la desesperación y a rendirte antes a los acontecimientos, lucha y haz que tu trabajo merezca la pena. Comienza definiendo lo que realmente te importa y actúa en base a ello.
Déjame decirte dos cosas. La primera es que no me lo creo y la segunda es que no estoy de acuerdo.
Empiezo razonando lo segundo, las personas van y vienen y son libres. Es muy importante que tengas un equipo que sea un activo muy importante, pero tiene que estar basado en los sistemas y en tu liderazgo, no en las personas. Las personas aisladas no forman equipo y sin este, la ausencia de una de las personas, puede poner a tu empresa en riesgo.
ello hará que sustituir a una persona afecte poco o quizá ni afecte al rendimiento conjunto.
No me lo creo porque oigo muchas veces esa frase, pero
- conozco muy pocos empresarios que lo demuestran;
- conozco muy pocos empresarios que trabajan en desarrollar su liderazgo de manera consistente y persistente;
- conozco muy pocos empresarios que tengan un plan de desarrollo de su equipo;
- conozco muy pocos empresarios que realmente se preocupen por quienes dirigen personas en su organización;
- conozco a muy pocos empresarios que busquen el desarrollo de su empresa a través del desarrollo de los grupos de trabajo de la misma.
Para la mayoría de empresarios que conozco
- La contabilidad es una imposición,
- Pagar impuestos una obligación,
- La norma de calidad una exigencia,
- Las normativas laborales un obstáculo y
- La formación un gasto inútil,
pero todos tienen
- un contable,
- un asesor fiscal,
- quien le ayuda con su ISO 9000,
- un asesor laboral y
- una empresa que les gestiona la formación,
pero
conozco a muy pocos empresarios y directivos que tengan a alguien que les ayude a gestionar “las personas, el activo más importante”, según ellos
y a desarrollarse como gestores de las mismas, será que bien han nacido con un don especial para ello o confían en que otros lo harán por él.
Si quieres tener tiempo, mejorar tu stress y que tus trabajadores te vean como una persona y te valoren como tal, ponte un plan de desarrollo de tus colaboradores y de ti mismo como persona que los lidera.
Cuando los contrataste lo hiciste porque considerabas que eran los mejores, si ahora no lo son, algo habrás tenido que ver, ¿no?
Déjate de excusas y cartas a Papá Noel, colócate por encima de línea; deja de esperar que los demás solucionen los problemas por ti y actúa: revisa tu plan comercial, decide que es lo importante para ti y céntrate en trabajarlo, planifica tu actividad y haz un seguimiento de la misma y, lo que es más importante, empéñate en mejorar como gestor de personas, sólo eso producirá cambios verdaderos y duraderos en tu empresa –sin tener que despedirte, claro-. Si no sabes cómo hacerlo, busca ayuda, será la mejor decisión empresarial que hayas tomado.
Firmado: el muro de las lamentaciones, que ya está harto de las quejas sin tomar acción
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Este es uno de los artículos que están en el libro Yo en eso no me monto