“Las personas no se gestionan”, es una afirmación que yo realizaba en un debate en Linkedin y a la que me pedían que profundizara un poco más en el tema para poder ver los cimientos de la afirmación.
Tenemos varios puntos de vista diferentes.
Por un lado, el etimológico. Si vamos a la RAE obtendremos que gestionar es “hacer diligencias conducentes al logro de un negocio o de un deseo cualquiera”. Desde este punto de vista, será complicado enlazar con gestión de personas. En todo caso podría ser objeto de debate si podemos gestionar circunstancias nuestras que promuevan acciones, comportamientos o similares de las referidas personas, que den el resultado que buscamos.
Por otro lado, tenemos el punto de vista de la realidad. Solo podemos gestionar aquellos que nos pertenece o sobre lo que nos hayan empoderado para realizar. Esto es, podemos gestionar nuestros recursos, nuestras emociones, nuestras reacciones, nuestros comportamientos o nuestros sentimientos, pero difícilmente los de los demás, ya que una misma acción o comentario puede provocar muy diversas reacciones en los otros, ya que estas dependerán de las vivencias, experiencias, expectativas e intereses de quien lo valora.
Por supuesto, tenemos el punto de vista humanístico o sociológico, que es el que más me interesa. Podría llegar a aceptar que existiera un “encantador de serpientes” con una habilidad de persuasión superior que consiga que los demás hagan su propia voluntad, aún en contra de sus intereses, pero sería la excepción que confirma la regla y siempre temporal.
Como he indicado anteriormente, este persuasor sublime podría intentar gestionar emociones, expectativas o comportamientos, pero nunca personas, que son independientes de sus sentimientos, ya que pueden llegar a controlarlos, racionalizarlos y modificarlos, quedando, por lo tanto, tarde o temprano, al margen de ese persuasor. Existe una cita –atribuida a todo prohombre que se conoce, ya que si la buscas en internet, verás atribuciones a no menos de diez de ellos- que dice: “Se puede engañar a todos un tiempo, se puede engañar a algunos todo el tiempo, pero no se puede engañar a todos todo el tiempo”
En esta ocasión la RAE podría no darnos la razón ya que si buscamos recurso obtendremos en su acepción segunda “Medio de cualquier clase que, en caso de necesidad, sirve para conseguir lo que se pretende.”, en donde las personas podrían ser ese medio, pero son libres por naturaleza y tienen capacidad de propia decisión, hecho que reconoce nuestro ordenamiento jurídico, permitiendo a un trabajador abandonar voluntariamente a su empleador cuando lo desee, por lo que considerarlo un recurso propio, nos llevará tarde o temprano a la desmotivación, desilusión, apatía, bajo rendimiento y abandono activo de la compañía, o lo que es peor, al abandono pasivo, esto es, seguir en la empresa a la espera de la jubilación o de un despido con indemnización.
Las personas no se gestionan. No nos pertenecen. Son libres. Cada una tiene diferentes vivencias y percepciones de la misma realidad. Podemos intentar gestionar algunos aspectos relacionados con las personas y sus comportamientos, e incluso sus creencias e ideas, pero no las personas y menos en un ámbito prolongado en el tiempo.
Las personas se lideran a través de las relaciones personales y de crear el entorno adecuado para que se ilusionen, se motiven, se desarrollen y acaben empoderándose y tomando control de su propia vida.
La ilusión, la motivación, el desarrollo personal y la asunción de responsabilidades es algo que tiene que surgir del interior de las personas.
Al igual que Alex Rovira y Fernando Trías de Bes en su libro “La buena suerte” –que si por cierto, no has leído, te recomiendo encarecidamente que lo hagas. Es un absoluto imprescindible- propugnan, si nosotros queremos que las personas que trabajan con nosotros estén motivados, ilusionados y con deseo de desarrollo permanente, lo que podemos hacer es crear el entorno favorable para que ello suceda y eso es lo que nosotros podemos gestionar: el entorno y las circunstancias, no las personas que son libres, volubles y, la mayoría de las veces, impredecibles.
La manipulación de personas puede ser un recurso con buenos resultados a corto plazo, pero nefastos a largo plazo.
Olvídate de intentar gestionar personas y céntrate en crear las condiciones favorables para que suceda lo que tú quieres que suceda, pero sin manipulación, ya que esta no puede ser eterna y tarde o temprano se te volverá en contra.
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Excelente artículo, gracias por publicarlo. Es cierto que las personas no se gestionan y también que no somos “Recursos Humanos”; pero también es cierto que sí se gestionan los medios para llegar a alinear objetivos comunes entre empleados, jefes y dueños… Quienes hacen bien dicha labor, son quienes mejor cultura organizacional tienen y seguramente los que mayor éxito tienen también.
Las teorías que hablan de gestión de recursos humanos son tan antiguas y a la vez tan vigentea. Habrá que reconocerles el mérito de haber perdurado en la mente de la mayoría de personas hoy en día.
Saludos.
Gracias por tu comentario Jorge.
Totalmente de acuerdo en lo que expones. Además dices algo que siempre afirmo y es que la gran diferencia entres unas empresas y otras es la cultura interna. Esa sí se gestiona y es lo que diferencia a las empresas excelentes de las normales y a estas de las mediocres.
Saludos
Hola Santiago, acabas de darle la vuelta al acrónimo de RR.HH. en tan sólo unas líneas: ˙HH˙ଧଧ.
No lo había enfocado así la verdad, pero tiene mucho sentido. Personalmente me identifico con la idea o concepto: “persona libre” dentro de la empresa privada, algo similar a un producto/servicio, pero con vida propia, capaz de tomar decisiones (buenas y malas) basadas en la experiencia y conocimientos adquiridos en el camino.
Que duda cabe que el entorno y las circunstancias deben ser las adecuadas (principal responsabilidad de la organización para que el “recurso” pondrá a disposición de la misma todo su potencial), igual le pasa a las plantas, arbustos y árboles, que para crecer necesitan unas condiciones de humedad, luz, salinidad, temperatura óptimas, asegurando su desarrollo y plenitud dentro del ecosistema (empresa/organización).
Gracias por tu comentario Iván.
Así es, la empresa debe de crear las condiciones adecuadas para que sucedan las cosas y así será mucho más humana y además obtendrá resultados mucho mejores.
Un saludo