SINOPSIS
El prestigioso economista Daniel Lacalle nos propone en este ensayo un apasionante viaje alrededor de las principales ideologías que en materia económica y social pergeñan el mundo en el que vivimos. En dicho periplo no sólo conoceremos el propio recorrido ideológico del autor -en el que transitó, tras leer y conocer en persona a sus principales ideólogos, del colectivismo al liberalismo austríaco, plaza en la que izó la bandera de la libertad y la responsabilidad individual-, sino que entenderemos cómo han evolucionado hasta nuestros días las grandes corrientes de pensamiento tales como el colectivismo, el monetarismo o el liberalismo.
Asimismo, entenderemos por qué, en los últimos tiempos de crisis económica, política y social, las distintas ideologías se han convertido en argumentos arrojadizos de tantos y tan reconocidos economistas -pues la ideología está siempre presente y emana ineludiblemente en sus planteamientos-, y por qué, a menudo también, dichas ideologías se han erigido en planes de ruta inamovibles al servicio de los más significativos políticos y gobernantes.
COMENTARIO PERSONAL
Uno de esos libros que conviene leer para enterarse algo más de economía. No podemos negar la ideología de su autor, que queda claramente reflejada en la obra, pero tampoco podemos cerrar los ojos ante evidencias que muestra en la misma.
Parte de un hecho innegable (excepto para mentes un tanto abyectas): “no puedes gastar 80.000 millones de euros más de los que ingresas de forma permanente”, que es lo que estaba sucediendo en España tras la crisis de 2008.
El autor nos va planteando diferentes escenarios y explicando lo que sucede en los mismos. Como no es sostenible un modelo de gasto por encima del ingreso. Asimismo, subir los impuestos lleva a menores ingresos, como se ha demostrado a lo largo de los tiempos allá donde ha sucedido; de hecho, no existe ejemplo alguno en la historia de mejora del bienestar global de una sociedad con una economía regulada totalmente por el estado y con déficit continuo. No ha sucedido ni siquiera en países con muchísima riqueza natural.
Queda claro a lo largo del libro la oposición de Daniel Lacalle a un estado insaciable en el gasto público. Habitualmente acaba sirviéndose así mismo en vez de al ciudadano a quien dice proteger. Nos explica muy bien la diferencia entre el gasto inservible para la creación de bienestar y el que sí que lo hace.
Divide el libro en tres partes:
Despertar
Nos habla de la responsabilidad individual y la falsedad de la libertad colectiva como sustituto.
Nos explica cómo no existen las soluciones mágicas, a pesar de lo que algunos propugnan. Hasta ahora, nos cuenta, como la intervención solo ha llevado a más intervención a más estado y a más impuestos. Hace un repaso por los sistemas intervencionistas y lo que, según su punto de vista, han producido y como los estímulos permanentes nos han llevado a más deuda, pero no más crecimiento.
Trabaja una serie de conceptos que él dice desmitificar, como que la libertad no es negociable o que la igualdad no es igual a prosperidad. Los partidarios del estado fuerte propugnan que, gracias a renunciar a cierta libertad individual a favor de la colectiva, viviremos mejor o que a mayor igualdad existiría mayor prosperidad. Lacalle va poniendo ejemplos que desmontan estas afirmaciones.
Así mismo, va poniendo ejemplos sobre como la austeridad conduce a escenarios más prósperos que el gasto, situando a Alemania como máximo exponente.
Nos ofrece despertar de esas ideas de que las políticas de estímulo y expansión monetaria son buenas para la economía. Para él, alimentan a quien no es eficiente y perjudican a quien lo es. Premian el gasto y castigan el ahorro.
Viaje por el mundo
Nos hace una exposición de los países y momentos en que ha habido políticas de estímulo y expansión monetaria y cuál ha sido el resultado. Va pasando por las administraciones americanas de Reagan a Obama. Nos pone el ejemplo de Japón, de paraísos fiscales, de Argentina o Venezuela.
Así mismo nos explica que sucedió con Margaret Thatcher y su bajada de impuestos o los mismos ejemplos con Francia o Suecia. En contra de lo que puede parecer, cuando los impuestos eran más altos (confiscatorios en algunos casos) se recaudaba menos y cuando se redujeron incrementó el ingreso fiscal de esos países.
Acaba situándose totalmente en contra de la hiperregulación y lo que ello supone para el emprendimiento y la generación de riqueza
España
Hace un análisis de la situación española y el exceso de gastos político que tenemos, con un Estado engordado e ineficiente.
Dice que para generar empleo hay que atraer capital. Para ello hay que:
- Bajar impuestos y se recaudará más
- Facilitar el establecimiento de inversores extranjeros.
- Agilizar los trámites y exigencias para crear una empresa.
- Menos gasto público improductivo (excesivos entes público cuya misión es regular en vez de generar actividad económica real. Restan, en vez de sumar).
- Atraer financiación privada facilitando la llegada de los grandes fondos de inversión y su actividad en España.
- Darse cuenta de que lo que importa no es quien posee la empresa, sino donde invierte.
- Eliminar subvenciones y la cultura de vivir de ellas y de “todo gratis”.
- Dar utilidad al despilfarro de infraestructuras que se construyeron en los primeros años del siglo XXI
- Reactivar el desarrollo de la energía abundante y barata. Facilitar el fracking y poder explotar todos los recursos de gas natural que tiene España, para pasar de ser dependiente a exportador. Se sitúa claramente a favor de esta técnica de extracción de energía.
Como conclusión, Daniel Lacalle nos dice que hay salida a la situación actual, pero no pasa por más Estado, sino por hacer este más pequeño, con menos peso y más eficiente, facilitando a la iniciativa privada el tomar el control de la economía.
Hay aspectos que comparto con Lacalle, como el excesivo peso del Estado y que los políticos lo han hecho suyo y lo utilizan en beneficio propio. También comparto que es necesaria una bajada de impuestos y dotar a la economía real de más liquidez. Quizá no compartamos en cómo tendría que hacerse esta bajada.
También comparto la necesidad de la austeridad, sobre todo cuando es con dinero ajeno.
Hay otros aspectos que para mí tienen claroscuros.
Es cierto que existen una hiperregulación y que la iniciativa privada tiene muchas dificultades para florecer, pero también creo que la crisis de 2008 viene precisamente por falta de control sobre el sistema financiero de los reguladores (los agentes de ese sistema sabían mucho más que lo políticos, cada vez más mediocres, con menos conocimientos y nula experiencia profesional privada).
Desde mi punto de vista se tendría que facilitar el establecimiento en España de las empresas con inversiones productivas y regular muy en corto las opciones especulativas, que si bien es cierto que son las que tienen el capital, también lo es que solo buscan su propio interés. Un equilibrio muy complejo que requiere de líderes políticos mucho más formados, con mayor catadura ética y moral y mucha más experiencia empresarial previa.
En resumen, un libro en el que, sin estar de acuerdo en todo con el autor, sí que creo que nos hace reflexionar a aquellos que estamos en contra del crecimiento desmedido del control estatal y el pensamiento y regulación única.
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