Ayer por la tarde acudí a le presentación del curso que hacía el colegio de mi hijo que comienza este año bachiller y en donde nos explicarían las particularidades del mismo y lo que suponían las elecciones de modalidad que habían decidido.

Tras esa primera parte “utilitaria” teníamos una charla de Javier Aranguren, profesor de filosofía, que fue directa, clara y con mucho fondo, en una palabra: extraordinaria y que me hizo reflexionar sobre aspectos de mi vida diaria.

En una parte de su exposición citó a Ken Robinson y su frase (lo digo de memoria y pido disculpas si no es textual) “en muchas ocasiones parece que la educación consiste en coger a un niño ilusionado y devolver un adulto previsible”, lo que me creo que afecta así mismo a la línea de flotación de muchas empresas en el mundo.

Cuando tenemos que cubrir algún puesto en las organizaciones buscamos una persona, que además de los conocimientos técnicos necesarios, aporte ilusión, ganas de hacer cosas, creatividad, innovación y un sinfín de aspectos similares.

Realmente

“¿para qué?”

me preguntaba yo luego a la noche, si la cogemos y la encorsetamos con normas, procedimientos y modos de hacer las cosas “que siempre se han hecho así”. No le permitimos aplicar esas ganas, esa innovación y esa creatividad que nos aporta y la acabamos transformando en una persona total y absolutamente predecible.

Algo de tiempo después nos decimos a nosotros mismos

“Mira esta persona, que parecía que tenía una fuerza extraordinaria y no hay forma de sacarle de su zona de confort”

poniendo el foco y la responsabilidad en la persona que se ha desinflado en vez de en nuestra organización.

Si esto pasa en nuestra empresa de forma generalizada, creo que es el momento oportuno de hacer una reflexión profunda sobre cuáles son los comportamientos que obligamos a tener.

Hoy en el día, en el mundo cambiante en que vivimos, no podemos competir con equipos de personas predecibles y que toda su aportación de valor se limite a seguir procedimientos estándar  y poner su mejor voluntad. Eso es claramente insuficiente en los tiempos actuales.

y eso no se consigue haciendo que todo el mundo tenga que circular sobre rieles o carreteras.

En el pasado circular en tren o por carretera podía ser lo correcto en una empresa, hoy necesitamos barcos, veleros para ser precisos, que nos den la libertad de camino y la agilidad de toma de decisiones que no tienen otros.

Tenemos que diseñar organizaciones en donde las personas puedan aportar valor, en donde la comunicación e ideas fluyan, en donde los ritmos de trabajo permitan reflexión, intercambio de ideas, tomas de decisiones, implementación de planes y seguimiento de acciones. Tenemos que diseñar organizaciones en donde las personas quieran y puedan hacer, no aquellas en donde transformemos a un adulto ilusionado en uno predecible.

Alguno estará pensando,

“utopías imposibles. En mi negocio / mercado / empresa eso no funciona”

y tiene razón, no la hará porque está él que lo limita y lo impide con su actitud y negatividad y que prefiere –mientras su empresa exista- seguir con la facilidad de la norma, el protocolo, los procedimientos y el encorsetamiento, que lo único que conducen es a personas frustradas, desganadas y que se limitan a cumplir o, en el mejor de los casos, esforzarse y poner voluntad, pero sin cambiar nada (la última vez que lo hicieron, si todo salió perfecto, nadie se enteró, o al menos no lo dijo, y si hubo algo que no fuera perfecto enseguida se magnificó y se le echó en cara, aunque el resto hubiera sido un éxito).

No es sencillo, no es inmediato y encima es intangible, pero si nunca empiezas, nunca llegarás.

Si esta reflexión hace que sientas una, al menos, pequeña inquietud interior, te recomiendo que repases lo que haces y te plantees hacer cosas diferentes. Te aseguro que se puede y que los frutos son extraordinarios.

Quizá no sea fácil conseguir que alguien que hoy es predecible se vuelva alguien con ilusión, ganas y motivación, pero al menos consigue que los nuevos y los promocionados (que vienen con ilusión, ganas y motivación) no la pierdan y sean ellos las que lo contagien al resto de la organización.

¿Cómo se hace esto?

Teniendo proyecto y visión del mismo, transmitiéndolo, re ilusionando a tu equipo y, sobre todo, permitiendo su implicación, estableciendo canales de comunicación eficientes y creando las circunstancias oportunas para que puedan utilizar su ilusión, conocimientos, experiencia y creatividad en la aportación de valor a la organización y esta escuche a las personas.

Sí se puede si realmente lo deseas, pero recuerda que

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